La carta que te escribí antes de despedirme.

Son las 4:25 de la mañana… Y te juro que ya estaba perdiendo la costumbre de extrañarte, pero está pasando de nuevo. Supongo que son los obstáculos que el olvido pone cada tanto en frente para ponernos a prueba. Podría esperar y dejar que todo esto pase, porque va a pasar, pero decidí escribirte esta carta antes de despedirme.

Casi dos años pasaron desde que nos conocimos y nunca supe como describir lo nuestro. La primera vez que te vi no sabía ni tu nombre, solo que deseaba que me tocara la caja del supermercado donde estabas atendiendo… A veces, me tentaba con invitarte a salir. Sin embargo, aun teniendo la autoestima por las nubes en esos días, nunca me animé a hacerlo. Vaya a saber uno el porqué, quizá por el miedo a parecerte un ridículo.

Mientras gastaba mis energías y mi corazón en otras personas, el tiempo pasaba, hasta que por obra del destino, la vida, los astros, los dioses, las partículas o, simplemente; la casualidad, algo decidió presentarnos y casi como quien no quisiera encontrarse, nos encontramos. Decidimos adoptar la clandestinidad en todas sus formas, nos sometimos a su voluntad, la sorpresa se hizo cargo de nosotros, establecimos las reglas solo para romperlas a nuestro antojo, mientras el mundo nos importaba un carajo… Mientras nos consumía el fuego, en la oficina legal del infierno.

El deseo, lo clandestino, las brasas, tu soltura, mi necedad, la luna, el sol, mis letras y tu danza; se hacían presentes cada vez que decidíamos emprender nuestro viaje, sin importar mucho hacia dónde. Mientras más debíamos separarnos, más tenso se hacía el aire entre nosotros y nos lanzaba al abismo, una vez más. Hasta que la cordura prevaleció y te fuiste, porque era lo que había que hacer… E hice de todo para convencerme que podía controlar eso que dejaste, eso que quería creer que no importaba, que podía cancelar cuando quisiera, eso que con el tiempo me llevó a cometer un error tras otro, esa angustia que solo desaparece cada vez que te vuelvo a ver.

En fin, esta carta no es para ponerme melancólico ni mucho menos dramático, solo estoy empezando a despedirme. No pido correspondencia ni piedad, vos tenes esa facilidad de hacer como si nada hubiera pasado que yo envidio y lejos estoy de recriminarte… También pensé que podía, pero no, se me fue de las manos… Cortázar por ejemplo se sorprendía de la gente que elegía de quien enamorarse: Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio...” escribió en Rayuela. Yo creía que me encontraba en la vereda del frente, hasta que entendí a lo que se refería, a medida que las ganas de verte se hacían dueñas de mi habitación. Mientras más me convencía de sacarte de mi cabeza, más quería salir corriendo a buscarte… hasta que solo me entregué a la única salida, la única que quería evitar; el olvido.

Y acá estoy, no sé si pasó mucho o poco, la verdad no sé si interesa a esta altura… solo que ahora lo voy aceptando, paso a paso. La angustia me visita cada vez menos, aunque a veces tengo ganas de llamarte solo para saber cómo estas o para recordarte lo linda que sos cuando sonreís, lo linda que sos cuando bailas, lo afortunada que es la gente que te tiene cerca; y para pedirte, por favor, que nunca me olvides.

“Perdón si estoy de nuevo acá,

Pensé que habías preguntado por mí…” suena en loop de fondo, mientras te escribo… "Y yo bailando contigo en mi mente…” cada vez que salgo de casa, esperando no encontrarte; y te encuentro, en todos lados.

No quiero alargarme mucho, la madrugada me encontró débil y con mucho para decir, pero prometo ir terminando… Nunca te pedí que me quisieras ni tampoco sé si lo hiciste, tampoco te echaría la culpa por no hacerlo, es bastante injusto culpar a alguien cuando no le nace quererte o simplemente deja de hacerlo. Lo nuestro rozaba lo imposible y fuiste la más sensata de los dos, te fuiste; aunque en la locura realmente creí que nos quedaba una ficha más para gastar.

Yo me creía una piedra, me encontraba sustancialmente en el lado contrario del que estoy ahora, creía que estaba lejos de volver a sentir algo… y apareciste para demostrarme que estaba equivocado, voy a estar siempre agradecido.

No sé si vas a leer esta carta, quizás jamás te la mande, quizás esta despedida es más necesaria para mí que para vos.

Me despido, sin prometer que va a ser lo último que te escribo, dejando la luz prendida… Y el corazón abierto.





www.youtube.com/watch?v=kux7shaL3iw&ab_channel=Meow%21

https://youtu.be/9exLaCmTqAQ?si=1s6thF1jbwPRv6dB


Comentarios

Entradas populares de este blog

La Muerte de Superman

Lo poco que escribo

El fin de semana.