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Mostrando entradas de mayo, 2020

Una nueva despedida...

Mis labios sangran hoy en la seda, replicando la marca que dejaron sus labios, en lo que el viento consumió por nosotros mientras todo el universo se nos caía encima. En el rubor de sus mejillas anidó el calor que alguna vez sentimos en el roce de nuestra piel intentando huir del invierno. Sin embargo, no hubo ningún “te extraño”, ni un “que bien te ves ¿cómo has estado?”, esa noche sabíamos que después de tanta historia ya no había lugar para los dos. Sin pronósticos de tormenta. Nuestros polos claramente se desgastaron. Las risas nos trasladaron un buen rato en el tiempo haciendo que la tensión del aire nos acerque un poco más... Pero la cordura prevaleció. No existieron besos ni abrazos, ni bálsamos entrelazados al otro día, ese encuentro fortuito nos sirvió para llenar de simbolismos una nueva despedida. La última... quizás.

Danza para mil y una crisis.

Entre charlas de Sabina y Serrano y entre el humo que me consume  más lento que los recuerdos; hay lugar para mil y una crisis, que bailan sin pesar  al compás del temblor de mis huesos, con la melodía de este amor que no se conforma con un simple punto final. Y aunque me egresé en labios de ocasión, a la Virgen de mis dolores, todavía le debo mi canción; que me oxida la memoria por volverte a ver. Abrazando este otoño, donde todo muere  menos las cenizas que aún arden la piel. El invierno vuelve para quedarse y no está en sus planes cesar por piedad. Los barcos parten, dejándome solo en esta isla desierta que es tu ausencia, donde no tengo mejor abrigo que buscarte pero empiezo a entender que no estás. El silencio invade la habitación y este alfiler en el ojo no me deja descansar... Empiezo a creer que no hay peor pandemia que la soledad. La incertidumbre transita el tiempo al ritmo que borra los puntos de nuestra hi...