De camino a Europa.

Una noche, me había dicho que quería conocer Europa... le respondí que también deseaba lo mismo. Después de eso no volvimos a hablar del tema.
Lo que yo no sabía es que ella me hablaba de conocer una de las lunas de Júpiter, llamada Europa. Y yo, con mi terrenal torpeza a la hora de soñar, le contesté pensando en Madrid.
Tiempo después de estar intentando despreciarla por haberme dejado, pude darme cuenta del abismo entre nuestros sueños. 
Siempre pensé que nuestro proyecto era de a dos, pero solo era mío... Y dos nunca fue igual que uno más uno. Termine aceptando el adiós; porque tarde o temprano ella emprendería vuelo con sus interminables alas... y yo, nunca la podría alcanzar, por habérmelas cortado tan pronto.

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