El abismo del tiempo.
“Así que esto es el tiempo”; dije mirándome al espejo.
Pensando, mientras miro la cama deshecha y encuentro,
alguna que otra arruga en los recuerdos,
las heridas mal cicatrizadas, latiendo,
los sueños desperdiciados que no supe dar a alguien más.
El miedo al futuro... miedo a la soledad,
los besos que malgasté... la piel que no supe acariciar.
El sentimiento atrofiado de no haber cuidado un corazón sano,
la confortante incertidumbre de lo que podrá venir,
del supuesto amanecer de un tiempo prometedor.
Todo, a la vez que el reloj aparece insaciable... sin compasión...
comiéndose a cada segundo que se cruce por su camino,
y a cada esperanza que no me hace despertar.
“Hoy es siempre todavía”; sin embargo, cada día retrocedo o avanzo... y nunca es hoy.
¡Qué mentira la que me abraza!
¡Qué mentira cargo encima!
Qué mentira el tiempo, que acomoda todo... menos a mí.
Depredadores (los minutos salvajes),
que acechan mientras busco;
una palabra que acabe con la cobardía,
una que rompa los cristales,
que acabe con la farsa de los neutrales,
una que (¡por fin!) hable del futuro y de la fuerza de los que luchan;
una oración, que conjugada; traiga la paz de los veranos de la infancia,
que acompañe a las aves en su vuelo,
que, al final, aunque todo se derrumbe...
Me salvé de este abismo.
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