En las Ruinas de Don Patricio...
En las Ruinas de Don Patricio, donde el viento susurra secretos y la niebla se enreda en los recuerdos, la soledad se alza como un fantasma en sigilo. Murmura entre las piedras, se esconde en los rincones y se refleja en los ojos cansados de quienes vagan por sus calles desoladas.
En estas ruinas, donde el silencio es un abrazo frío, las
paredes cuentan historias del olvido, los arboles se inclinan como ancianos fatigados
y las ramas caídas desnudan sus miedos.
En las Ruinas de Don Patricio, las sombras se alargan en la
tarde moribunda. Los fantasmas de antaño danzan en las esquinas, recordando
amores perdidos y promesas rotas.
Los muros resquebrajados guardan sus misterios, las ventanas rotas miran hacia el pasado… Y en cada grieta, se infiltra el desamparo, como veneno que corroe el alma.
¿Quién fue Don Patricio? ¿Qué sueños lo atormentaron? ¿Importa acaso? Quizás la melancolía fue su mayor legado, una melodía triste que resuena en las noches sin estrellas. Solo queda eso, una insistente soledad que echará raíces perpetuas.
Así, en este rincón olvidado, la angustia se convierte en poesía,
las palabras fluyen persiguiendo la corriente, llevando consigo el eco de aquel
hombre que ya no existe.
Las Ruinas de Don Patricio, en síntesis, es un oasis dentro
de este mundo artificial donde se puede sentir sin vergüenza, donde las penas
se visten de nostalgia y se funden con la piedra angular, esperando ser
descubierta solo por aquellos que se aventuran en su interminable silencio.
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