Lo poco que escribo

 

Quisiera poder dormir y despertarme solo cuando los que me quieren quieran verme bien.

Y volver a dormir, disimular la existencia por días, por meses. Apaciguar el dolor.

Hacer cenizas de este pesar en llamas, calmar la tormenta en lo onírico.

No deseo la valentía para transitar lo eterno, tampoco enfrentarme a sus consecuencias.

¿Qué sería de mí sin mi cuerpo? Posiblemente nada, poco ya soy.

La angustia como savia recorre mis venas, envenena lentamente la esperanza.

Podría luchar, cualquiera podría… Cualquiera que no sea dueño de este hastío.

Quedan pocas ilusiones, de hecho, se plasma en lo poco que escribo.

Quisiera escribir más, pero ya no soy bienvenido en el mundo de las ocurrencias.

El abandono pudo contra la dignidad, ya no se como amar ni ser amado.

Debería terminar este texto, corto y sin sentido como todo lo que resta.

Quisiera dormir y tal vez no despertarme, la duda no es algo de que sentir orgullo.

Sin embargo, dudo… más que nunca dudo. Algo me querrá decir la incertidumbre.

Debería terminar este texto, confuso y angustiante. Debería, quizás.

La intriga a veces es más grande que la desilusión y algo me aferra, día tras día.

Pero también es finita… Puede que esté agotando baterías. Tengo mucho para perder.

Soy accionista de mi destino, es lo que me privó de ser feliz, más feliz.

Tuve muchos amigos, pocos están hoy y no los culpo. Quisiera poder abrazarlos en este instante.

Pero al final todo se queda en una nube de deseo que quiero apagar, y dormir.

Dormir hasta que los fantasmas del olvido quiten el dolor de los míos y se hagan cargo de lo que soy.

 

 

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