No te dije que te quiero tantas veces como quise.

Esta casa vacía, de silencio abrumador,

esta espina de árbol de miel,

esta ausencia tuya encarnada en la piel,

estas valijas con recuerdos del amor,

estos perfumes olvidados por su comprador,

este corazón enjaulado en barrotes de níquel…

Estas cenizas húmedas del ayer.

 

Te hecho de menos, como ves.

Te hecho de menos y nunca vuelves.

Y se desdibujan nuestros sueños,

ahora que ya no existe un después.

Solo queda este marzo terco,

que desea insistir con tanta fe.

 

No falta mucho para desprender

nuestro último abrazo de mi cuerpo;

solo me gustaría entender

la necesidad de la distancia,

de este insoportable invierno,

la verdadera causa de este incendio.

 

Mientras aprendía a burlar cerrojos

y a intentar ver desde los ojos,

no me pude olvidar de lo que fuimos;

¿Quién pudiera, en su sano juicio, 

olvidar tantos besos clandestinos?

¿Y borrar las fotos que resisten

tanto tiempo al olvido?

 

Todo esto, para decirte…

que no te dije que te quiero

tantas veces como quise hacerlo;

y esta angustia de viajero

no me deja respirar…

solo largo al viento, con pesar

estos versos antes de perderlos.

 

Te quiero… Y vuelves, solo por un momento.

Todo parece tan real,

me tomas la mano y recorremos el universo;

descorchamos las botellas y te sonrío.

Y me sonríes… salvándome del abismo.

Al final, todo acaba en ti. En tu regreso.

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