En las ruinas de Don Patricio ~ “A primera vista” Parte I
Las ruinas de Don Patricio es un pueblo fantasma en la Provincia de Neuquén, desnuda de cualquier presencia humana, se ubica en la base del volcán Copahue, sumergida en un vapor que bien podría confundirse con niebla y cubierta de roca volcánica.
La historia dice que lleva ese nombre porque fue Don Patricio Urriaga quien fundó el pueblo... Y también murió con él.
Y ahí estaba yo, casi que por obra del destino. Había llegado desde Buenos Aires a Neuquén para reunirme con el gobernador por asuntos de deuda; ni bien puse un pie en el aeropuerto me comunicaron que todas las citas del mandatario para ese día fueron suspendidas por motivos urgentes. No tenía mucho por hacer, más que esperarlo hasta el otro día; además, como era un enviado de Casa Rosada pude disfrutar de algunos privilegios: Me dieron hotel, comida y una camioneta con chofer a mi disposición... Claro que aproveche el tiempo.
Desde muy chico quedé fascinado con la naturaleza de los volcanes, es una forma de tener contacto con el centro de la tierra. En fin, pregunté al chofer (muy macanudo por cierto) a cuanto quedaba Copahue y pedí que me llevara.
Nos dirigíamos al departamento de Ñorquin y en el camino, Ruben (el chofer) me contó sobre las ruinas de Don Patricio, me dijo que pocas personas las suelen visitar por su ambiente tenebroso, pero que a él le transmitía paz. Casi no dude y le dije que me llevara.
Cuando llegamos agarre mi cuaderno, una birome y le pedí a Ruben que me esperara ahí en 40 minutos, necesitaba caminar solo un rato... Poco podía ver por el humo, pero escuchaba rugir al volcán y sentía la paz que me habían dicho.
Mientras caminaba por el suelo negro, observaba las casas casi intactas, hasta pensé en mudarme allí algún día, pero hubo una que en particular me atrapó; era la más grande, con aspecto de comisaría y ahí estaba admirándola por varios minutos hasta que una voz por detrás me dijo: “Esta fue la casa de Don Patricio”. Voltee a ver y mi mente se quedó en blanco; el viento dejó de soplar, las hojas de los árboles quedaron tiesas al igual que mi cuerpo y al mismo tiempo en que esa mujer me observaba con una sonrisa ante mi silencio desconcertante, soñaba con los diarios sacando a la angustia de sus portadas e imaginaba a los 41.123.000 corazones que en ese mismo momento latían por alguien más.
Lejos de incomodar, la animó a estrecharme la mano:- “Valeria, mucho gusto.”- levanté la cabeza y despabile:-“Santiago, mucho gusto.”- le dije sonriendo nerviosamente. Luego de esa rara presentación de mi parte, no pude decir mucho más en la conversación, me sentía inhibido por completo (un cobarde, mejor dicho). Me contó que aún quedaban algunas pertenencias del señor Urriaga, incluso el sillón donde decidió morir, fue el único en quedarse cuando todos huían del cráter embravecido, por ello también el nombre actual del lugar.
Mi vergüenza solo se limitó a asentir con la cabeza y a soltar comentarios tontos, como por ejemplo: “Que desgracia ¿no?” Se despidió de mí contándome que solo estaba de paso porque tenía que emprender viaje hasta su hogar, me dio la mano y se fue... -“Hasta luego, buen viaje. Gracias por la información.”- solté. Mientras se alejaba, solo pensaba en decirle: “¡Hoy ceno contigo, hoy revolución!”, por más sinsentido que parezca, o simplemente: “Quédate conmigo por favor.”, pero era una locura ¡por Dios! Estaba irreconocible... Así volví de nuevo a la capital de Neuquén, lamentando todo el camino haber sido tan cobarde, nada más sabía su nombre, ni su apellido ni donde vive ni a qué se dedica, sabía que ya era tarde, que solo me quedaba suspirar mirando por la ventanilla.
Y me podrán decir exagerado, pero yo que siempre renegué con la existencia de los amores a primera vista, acá estoy, pensando en que no existen otros.
Es domingo, 03:20 am y no puedo dormir. Ya pasaron 4 meses desde el día que vi a esa mujer con su cabello castaño ondulado y sus ojos claros; en horas donde los pensamientos abruman, amenazando con tumbar la puerta de la habitación, no la dejo de pensar. ¿Pero como es posible pensar toda una madrugada en alguien que vi una sola vez? La noche nos hace débiles y la madrugada aún más, entonces ¿por qué pienso en ella?¿Por qué no en otra?
Dicen mis amigos que a todos nos pasa, que todos nos “enamoramos” a primera vista alguna vez. Pero no están en lo cierto, esta vez es distinto a lo que puedan llegar a decir.
El amor no tiene que ver con la opinión de los demás, sino con lo que uno puede llegar a sentir... Y por sobre todas las cosas, creer.
Estoy acá, esperando cualquier excusa que sea valida para salir a buscarla, aunque también con el miedo de encontrarla y no corresponderle, pero los amores cobardes no llegan a amores ni a historias.
¿Donde buscar si no se por donde empezar?¿Valdrá la pena? Tengo mucho y nada que perder. Después de todo, los pensamientos no se quitan con antibióticos.
Deséenme suerte.
La historia dice que lleva ese nombre porque fue Don Patricio Urriaga quien fundó el pueblo... Y también murió con él.
Y ahí estaba yo, casi que por obra del destino. Había llegado desde Buenos Aires a Neuquén para reunirme con el gobernador por asuntos de deuda; ni bien puse un pie en el aeropuerto me comunicaron que todas las citas del mandatario para ese día fueron suspendidas por motivos urgentes. No tenía mucho por hacer, más que esperarlo hasta el otro día; además, como era un enviado de Casa Rosada pude disfrutar de algunos privilegios: Me dieron hotel, comida y una camioneta con chofer a mi disposición... Claro que aproveche el tiempo.
Desde muy chico quedé fascinado con la naturaleza de los volcanes, es una forma de tener contacto con el centro de la tierra. En fin, pregunté al chofer (muy macanudo por cierto) a cuanto quedaba Copahue y pedí que me llevara.
Nos dirigíamos al departamento de Ñorquin y en el camino, Ruben (el chofer) me contó sobre las ruinas de Don Patricio, me dijo que pocas personas las suelen visitar por su ambiente tenebroso, pero que a él le transmitía paz. Casi no dude y le dije que me llevara.
Cuando llegamos agarre mi cuaderno, una birome y le pedí a Ruben que me esperara ahí en 40 minutos, necesitaba caminar solo un rato... Poco podía ver por el humo, pero escuchaba rugir al volcán y sentía la paz que me habían dicho.
Mientras caminaba por el suelo negro, observaba las casas casi intactas, hasta pensé en mudarme allí algún día, pero hubo una que en particular me atrapó; era la más grande, con aspecto de comisaría y ahí estaba admirándola por varios minutos hasta que una voz por detrás me dijo: “Esta fue la casa de Don Patricio”. Voltee a ver y mi mente se quedó en blanco; el viento dejó de soplar, las hojas de los árboles quedaron tiesas al igual que mi cuerpo y al mismo tiempo en que esa mujer me observaba con una sonrisa ante mi silencio desconcertante, soñaba con los diarios sacando a la angustia de sus portadas e imaginaba a los 41.123.000 corazones que en ese mismo momento latían por alguien más.
Lejos de incomodar, la animó a estrecharme la mano:- “Valeria, mucho gusto.”- levanté la cabeza y despabile:-“Santiago, mucho gusto.”- le dije sonriendo nerviosamente. Luego de esa rara presentación de mi parte, no pude decir mucho más en la conversación, me sentía inhibido por completo (un cobarde, mejor dicho). Me contó que aún quedaban algunas pertenencias del señor Urriaga, incluso el sillón donde decidió morir, fue el único en quedarse cuando todos huían del cráter embravecido, por ello también el nombre actual del lugar.
Mi vergüenza solo se limitó a asentir con la cabeza y a soltar comentarios tontos, como por ejemplo: “Que desgracia ¿no?” Se despidió de mí contándome que solo estaba de paso porque tenía que emprender viaje hasta su hogar, me dio la mano y se fue... -“Hasta luego, buen viaje. Gracias por la información.”- solté. Mientras se alejaba, solo pensaba en decirle: “¡Hoy ceno contigo, hoy revolución!”, por más sinsentido que parezca, o simplemente: “Quédate conmigo por favor.”, pero era una locura ¡por Dios! Estaba irreconocible... Así volví de nuevo a la capital de Neuquén, lamentando todo el camino haber sido tan cobarde, nada más sabía su nombre, ni su apellido ni donde vive ni a qué se dedica, sabía que ya era tarde, que solo me quedaba suspirar mirando por la ventanilla.
Y me podrán decir exagerado, pero yo que siempre renegué con la existencia de los amores a primera vista, acá estoy, pensando en que no existen otros.
Es domingo, 03:20 am y no puedo dormir. Ya pasaron 4 meses desde el día que vi a esa mujer con su cabello castaño ondulado y sus ojos claros; en horas donde los pensamientos abruman, amenazando con tumbar la puerta de la habitación, no la dejo de pensar. ¿Pero como es posible pensar toda una madrugada en alguien que vi una sola vez? La noche nos hace débiles y la madrugada aún más, entonces ¿por qué pienso en ella?¿Por qué no en otra?
Dicen mis amigos que a todos nos pasa, que todos nos “enamoramos” a primera vista alguna vez. Pero no están en lo cierto, esta vez es distinto a lo que puedan llegar a decir.
El amor no tiene que ver con la opinión de los demás, sino con lo que uno puede llegar a sentir... Y por sobre todas las cosas, creer.
Estoy acá, esperando cualquier excusa que sea valida para salir a buscarla, aunque también con el miedo de encontrarla y no corresponderle, pero los amores cobardes no llegan a amores ni a historias.
¿Donde buscar si no se por donde empezar?¿Valdrá la pena? Tengo mucho y nada que perder. Después de todo, los pensamientos no se quitan con antibióticos.
Deséenme suerte.
Santiago
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