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Mostrando entradas de abril, 2020

Otro jueves cobarde.

05:15 am.   Me despierto confundido por un aroma que me resulta familiar, abro los ojos y entiendo que después de tanto aire victorioso, hoy me toca perder. El recuerdo me ganó esta vez. Miro a mi costado... hay tanto espacio en la cama, nunca me había quedado tan grande. Una vez que prendo el televisor, me despierto al ritmo de Dieguitos y Mafaldas... pero es otro jueves que no se deja besar. Prefiero el silencio. Con la cara empapada en vergüenza, me miro al espejo y no me reconozco. No sé bien si es algo bueno o malo, quien sabe, no tiene sentido pensarlo ahora.  “Cierra la noche y el día, mi vida, para que todo sea nuestro...” resuena en mi mente mientras se consume el primer cigarrillo del día. Miro por la ventana y no hay nada ni nadie a quien culpar, nada más el frío esperando a desnudarme de este disfraz absurdo. La contienda es inevitable y se acerca, todo el mundo parece estar preparado. Menos yo, que estoy solo y despeinado, tomando una taza de café, b...

En las ruinas de Don Patricio ~ “A primera vista” Parte I

Las ruinas de Don Patricio es un pueblo fantasma en la Provincia de Neuquén, desnuda de cualquier presencia humana, se ubica en la base del volcán Copahue, sumergida en un vapor que bien podría confundirse con niebla y cubierta de roca volcánica. La historia dice que lleva ese nombre porque fue Don Patricio Urriaga quien fundó el pueblo... Y también murió con él. Y ahí estaba yo, casi que por obra del destino. Había llegado desde Buenos Aires a Neuquén para reunirme con el gobernador por asuntos de deuda; ni bien puse un pie en el aeropuerto me comunicaron que todas las citas del mandatario para ese día fueron suspendidas por motivos urgentes. No tenía mucho por hacer, más que esperarlo hasta el otro día; además, como era un enviado de Casa Rosada pude disfrutar de algunos privilegios: Me dieron hotel, comida y una camioneta con chofer a mi disposición... Claro que aproveche el tiempo. Desde muy chico quedé fascinado con la naturaleza de los volcanes, es una forma de tener contacto ...

Ya en casa, ¿y ahora?

Abro los ojos y estoy en mi casa; la heladera vacía, las mismas manchas sobre la pared y el mismo árbol que hace años dejó de crecer. Es mi hogar. Y se avalancha el momento de tomar decisiones e incumbe la duda: ¿valió la pena el precio que tuve que pagar? La respuesta es no, ¿pero que se puede hacer?  Los errores no distinguen las intenciones y abrazan todo lo que pueden abarcar. ¿Podría yo abarcar sus consecuencias? Para responder se necesita del tiempo, y el nuestro nunca es estable. Pero digamos que si. Miras el horizonte y todo se ve tranquilo. Quiero estar ahí, ¿pero cómo llego? Es lo más difícil de saber; en los mapas hay distintos caminos y ninguno es fácil. Por agua, por cielo o por tierra. Algunos dicen que llegar tampoco te da tranquilidad, ¿pero que se pierde?  Si caminas y te tropezas igual. Levanto la mirada y estás vos... todo parece estar más cerca. En ese momento los pájaros emprenden su viaje; y yo el mío. Intento seguirles el paso pero no puedo,...

De camino a Europa.

Una noche, me había dicho que quería conocer Europa... le respondí que también deseaba lo mismo. Después de eso no volvimos a hablar del tema. Lo que yo no sabía es que ella me hablaba de conocer una de las lunas de Júpiter, llamada Europa. Y yo, con mi terrenal torpeza a la hora de soñar, le contesté pensando en Madrid. Tiempo después de estar intentando despreciarla por haberme dejado, pude darme cuenta del abismo entre nuestros sueños.  Siempre pensé que nuestro proyecto era de a dos, pero solo era mío... Y  dos nunca fue igual que uno más uno . Termine aceptando el adiós; porque tarde o temprano ella emprendería vuelo con sus interminables alas... y yo, nunca la podría alcanzar, por habérmelas cortado tan pronto.

El abismo del tiempo.

“Así que esto es el tiempo”; dije mirándome al espejo. Pensando, mientras miro la cama deshecha y encuentro, alguna que otra arruga en los recuerdos, las heridas mal cicatrizadas, latiendo, los sueños desperdiciados que no supe dar a alguien más. El miedo al futuro... miedo a la soledad, los besos que malgasté... la piel que no supe acariciar. El sentimiento atrofiado de no haber cuidado un corazón sano, la confortante incertidumbre de lo que podrá venir, del supuesto amanecer de un tiempo prometedor. Todo, a la vez que el reloj aparece insaciable... sin compasión... comiéndose a cada segundo que se cruce por su camino, y a cada esperanza que no me hace despertar. “Hoy es siempre todavía” ; sin embargo, cada día retrocedo o avanzo... y nunca es hoy. ¡Qué mentira la que me abraza! ¡Qué mentira cargo encima! Qué mentira el tiempo, que acomoda todo... menos a mí. Depredadores (los minutos salvajes), que acechan mientras busco; una palabra que acabe c...

Calendario de domingos.

Días vistiéndose de domingo, la angustia inesperada, convierte en certeza  la incertidumbre de los miedos. Te llaman mis pensamientos; el suspiro que provoca tu sonrisa, ahora no puede ser más... solo eso, ni mis manos acariciarían tus mejillas, ni tus labios a los míos. No puede ser más que el aire, más que el alma pidiendo salir, que el viento lleva, a alguna parte... Donde seguro no estás. Donde mis brazos no pueden encontrar, tu calor, tus dudas, tu esencia, donde no puedo conocer tu temor, donde no podes saber de mi esperanza, donde no existen los fines de marzo... Ni los catorce de febrero. El corazón, se convence de las desventajas, de sus frenéticos latidos. Golondrinas que emprenden su viaje, flores que se marchitan en primavera, agujas del reloj que ya no devoran el tiempo, el flautista liderando la revolución,  por la cual luchamos; dos planetas distintos, con órbitas que no los dejan alinearse. Y los días que...

Todos los huracanes tienen un nombre... a veces, también un apellido.

La conocí en el ojo del huracán, pero no lo sabía... yo que era amante de la paz, del orden, de lo planeado, de lo simple; era feliz. Pensaba que la vida era de una sola manera y todo aquel que la viera distinta debía ser ignorado... hasta que el centro de esa gran tempestad empezó a desplazarse y a mostrar sus verdaderas paredes, creo que nada me asustó tanto en la vida como presenciar ese gran cambio, toda mi estructura se vino abajo con tanta violencia. Todo lo que amaba se fue con el ojo de su vida. Tanto me invadió el miedo que mi comportamiento era el de un niño perdido, en un bosque desconocido. Empecé a correr, pidiendo auxilio a cualquiera que tenga las herramientas para salvarme, nadie supo ni siquiera acercarse a la puerta de su casa a escuchar mis gritos, gritos necios que buscaban algún manual de vida... como si eso existiese. No me quedó más remedio que aferrarme y sobrevivir, dure el tiempo que tenga que durar. Cuervos negros revoloteaban como si el vendaval no le...