Una nueva despedida...
Mis labios sangran hoy en la seda, replicando la marca que dejaron sus labios, en lo que el viento consumió por nosotros mientras todo el universo se nos caía encima. En el rubor de sus mejillas anidó el calor que alguna vez sentimos en el roce de nuestra piel intentando huir del invierno. Sin embargo, no hubo ningún “te extraño”, ni un “que bien te ves ¿cómo has estado?”, esa noche sabíamos que después de tanta historia ya no había lugar para los dos. Sin pronósticos de tormenta. Nuestros polos claramente se desgastaron. Las risas nos trasladaron un buen rato en el tiempo haciendo que la tensión del aire nos acerque un poco más... Pero la cordura prevaleció. No existieron besos ni abrazos, ni bálsamos entrelazados al otro día, ese encuentro fortuito nos sirvió para llenar de simbolismos una nueva despedida. La última... quizás.